A lo mejor habría que pedirle a Alex Garland, director de la película distópica Civil war , que sitúa la acción en unos Estados Unidos sumidos en una cruenta guerra civil, que filmara la segunda parte en una Europa donde la extrema derecha hubiera ganado las elecciones en Alemania y en Francia.

Esta semana ha podido inspirar un guion así, tras la afable conversación en X entre Elon Musk, el hombre más rico del planeta, que pretende gobernar el mundo desde la situation room de la Casa Blanca, y Alice Weidel, líder del partido ultraderechista alemán AfD, que aspira a gobernar su país en las elecciones de febrero. Las encuestas la sitúan como segunda fuerza, y este otoño ya ganó claramente las elecciones en Turingia, aunque no pudo gobernar. Alice Weidel parece una de las presentadoras de la serie Morning show , con su melena rubia, su jersey blanco de cuello alto y la americana esmoquin con pañuelo a juego. Su líder en Turingia, Björn Hock, ha pedido un giro de 180 grados en la forma como se recuerda el pasado.
El millonario sudafricano entrevista a la líder de la AfD alemana en X para blanquearla
Da miedo pensar en una Europa que en relativamente poco tiempo puede tener al frente de Alemania y Francia a la extrema derecha. Ello quebraría el compromiso de las grandes potencias europeas que pusieron, al acabar la Segunda Guerra Mundial, las bases de la UE, que hoy es el mayor espacio de paz y progreso del planeta. Es evidente que Trump y Musk quieren debilitar Europa como potencia, no solo por su peso económico, sino también por los valores morales que representa. Un futuro así tendría un gran impacto en nuestras vidas, pero además amenazaría la estabilidad del planeta.
El neonazismo crece sobre todo en la Alemania del Este, donde la caída del muro y la reunificación les supuso sacrificios. Además han recibido oleadas de inmigración de Siria, Afganistán y Turquía, más los refugiados ucranianos. La inflación ha sido un elemento más para decantar a los jóvenes hacia el radicalismo.
Ante este panorama, la UE debería ser más implacable con Musk y con X. Son tiempos de equilibrios, pero los europeos no podemos pasarnos el día caminando sobre el alambre. O pasando por el aro.