URGENTE |
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Bubl�, durante el concierto. (Foto: EFE)
BARCELONA.- El canadiense Michael Bubl� sedujo con su 'swing' al p�blico reunido en el Palau Sant Jordi de Barcelona, con un concierto formado en su mayor�a por est�ndares del pop y del jazz en el que ha mostrado su trasnochada y algo complaciente encarnaci�n de 'crooner' moderno.
Aunque se hab�a anunciado que no quedaban entradas para ver el concierto, hab�a bastantes claros en las gradas del Palau, esta noche en formato reducido, ya que todas las plazas de p�blico eran de asiento; un ambiente de auditorio para escuchar una propuesta propia de recintos m�s peque�os y atm�sferas humeantes.
Michael Bubl�, nacido en Vancouver en 1975, forma parte de una serie de m�sicos que, en pleno siglo XXI, han decidido reencarnarse en 'crooners' contempor�neos, inspir�ndose en el plano musical y est�tico en Frank Sinatra y su Rat Pack, en la era del 'swing', el jazz vocal y la canci�n pop tradicional.
Al igual que Jamie Cullum, Norah Jones o Rod Stewart, Michael Bubl� ha conseguido sacar grandes r�ditos comerciales a su voz c�lida y modulada, a los elegantes trajes con la corbata desencajada y la interpretaci�n de viejos est�ndares; m�s de ocho millones de discos vendidos le contemplan.
La expectaci�n en Montju�c era alta para recibir a Bubl�, quien inici� el concierto entonando su comedida versi�n de 'Feelin' Good' (Nina Simone), con el recinto completamente a oscuras, hasta que las luces le iluminaron descendiendo la escalinata que presid�a el escenario.
Bubl� aprovech� toda ocasi�n para sacar partido de su voz, ya fuese con una balada de Otis Redding, 'Try a Little Tenderness' con la juguetona 'Fever' (uno de sus primeros �xitos) o con el 'swing' de 'Moondance', de Van Morrison.
Asimismo, no par� de bromear con el p�blico durante toda la noche, posando con su banda para que le fotografiaran desde las primeras fila, sacando a uno de sus m�sicos a desfilar por el escenario como si de un modelo se tratara, imitando a un cantante de �pera o bajando por sorpresa del escenario para recorrerse la pista y las gradas y saludar a sus fans.
El mimetismo con Frank Sinatra que Bubl� parece querer conseguir como sea se ha plasmado en las interpretaciones de 'I've Got You Under My Skin', compuesta Cole Porter, y 'Come Fly With Me', dos temas de los que Sinatra ya exprimi� todo su jugo y que en manos de Bubl� s�lo son un mero ejercicio nost�lgico.
Una instant�nea muy cinematogr�fica del cantante durante el recital. (Foto: EFE)
Al canadiense se le ve m�s c�modo afrontando versiones algo menos obvias, como 'Crazy Little Thing Called Love', de Queen, o canciones movidas y bailables como 'Save The Last Dance For Me', que levant� al p�blico de sus asientos en el tramo final del show, pero aburre cuando acent�a su tono meloso en los temas lentos.
Acompa��ndole en el escenario una banda de 12 m�sicos, ocho de ellos en la secci�n de vientos, que han arropado con suntuosos aunque estandarizados arreglos los temas y la voz de Bubl�.
A estas alturas no tiene mucho sentido acusar a Michael Bubl� de estar anclado en el pasado (eso es m�s que evidente), pero s� cabe discutir si hoy en d�a es necesario rescatar un material mil veces manoseado para reinterpretarlo con pulcritud pero, a la hora de la verdad, con poca personalidad.
Sin embargo los asistentes, poco preocupados por todo ello, lograron el prop�sito que ten�an al congregarse esta noche al Sant Jordi: escuchar unas cuantas canciones a�ejas, 'de toda la vida', bien ejecutadas por un mozalbete atractivo, bromista y result�n.
Tras cerca de hora y media, Bubl� ha puesto fin al concierto con 'Song For You', una balada de Leon Russell mecida por un piano y una trompeta que el canadiense ha acabado cantando sin micr�fono, lo que ha sido acogido por el p�blico con una gran ovaci�n antes de abandonar el Sant Jordi con un buen sabor de boca.
Michael Bubl� ofrece el martes su segundo y �ltimo concierto en Espa�a en el pabell�n Arena de Madrid; con el tiempo se ver� si nos encontramos ante una verdadera estrella o ante un producto coyuntural de una industria musical obligada viajar medio siglo atr�s para encontrar 'nuevas' f�rmulas de �xito.
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