Pepu Hernández: “La cantera siempre es rentable”
El exentrenador, campeón del mundo de baloncesto con España en 2006 y gran referente de la formación, reflexiona sobre los jóvenes y la sociedad


Un hombre entregado a la formación y a la cantera dirigió al baloncesto masculino español al primer oro de su historia. Pepu Hernández (Madrid, 67 años) entrenó al equipo que conquistó el inolvidable Mundial de 2006 y abrió una etapa de gloria sin comparación en Europa en este siglo: después llegarían cuatro Europeos y otro Mundial entre 2009 y 2022. La etapa de Pepu en la selección terminó pronto y mal, tras una plata europea, y volvió a su amado Estudiantes, al que preparó entre 1994 y 2005 (ganó una Copa y fue subcampeón de la ACB) y en 2011-12, después de pasar por el Joventut. Luego vivió otro tipo de batalla, la política, más llena de codazos, como candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid. Fue concejal hasta que dimitió. Hoy ve los toros desde la barrera.
Pregunta. ¿Qué hace ahora?
Respuesta. Estoy en un momento tranquilo de mi vida. Con el baloncesto tengo una ligera relación. Sigo en la Fundación Estudiantes y hay algo que si no hago, me siento mal: entrenar. En un colegio muy modesto de mi barrio, el Santo Ángel, en Canillejas, hago tecnificación con un grupo de chavales. Les enseño un día a la semana a pasar y tirar. Eso me complementa, lo necesito. Me llena. Cuando tengo pesadillas no es porque pierdo un partido, sino porque llego tarde al entrenamiento.
P. Usted fue campeón mundial pero nunca ha dejado de sentirse un hombre de cantera…
R. Sí, siempre he pensado que soy un entrenador de formación. Me gusta formar jugadores y a los entrenadores jóvenes, para que sepan qué es ser entrenador y qué responsabilidades tienen. Pobre del que solo enseñe técnica y táctica. Formamos personas. Puede sonar pretencioso influir en la personalidad de los chicos, pero es bueno trabajar en su educación. Le doy muchas vueltas a preservar un ámbito amigable y saludable en el baloncesto. Es muy importante para mí. Las tres patas son padres, profesores y entrenadores.
P. Usted empezó a entrenar con 15 años…
R. Mis sueños eran de jugador, pero eso me sirvió para guiarme como entrenador. He intentado aprender de los jugadores, conocer sus miedos y fortalezas. Los entrenadores solo somos ayudantes de jugadores, tengan 12 o 38 años. Yo jugué hasta los 17 aunque sabía que no era tan bueno como mis compañeros. Mi sueño de llegar a la selección no era fácil. Pero quería seguir en este mundo. Entrenar fue una casualidad. Un jugador del primer equipo, al que daban un suplemento por dirigir en minibasket, me pidió que fuera su ayudante porque él viajaba mucho. Acepté y él no volvió a aparecer en toda la temporada. En un momento me pregunté cómo quería ser como entrenador. Y yo quería ser justo. Justo como no fue conmigo un entrenador que tuve con 12 años. Hay gente que puede no servir para jugar pero sí para estar en el baloncesto, no hay que echarles. Hay una reflexión potentísima: “¿Por qué entrenas? Porque me han entrenado”. Yo he querido devolverle al baloncesto lo que ha dado a mi vida, un refugio de las tormentas.
P. ¿Entró en el Ramiro de Maeztu sin que le gustara el baloncesto?
R. No es que no me gustara, es que no lo conocía. Vengo de Canillejas y al entrar en este colegio, con siete años, vi una portería de fútbol escondida. Lo demás era una plantación de canastas. Estaban empezando a construir el Magariños. En mi barrio no poníamos porterías en los solares. Lo primero fue una cuerda para jugar al tenis. Yo quería ser como Santana. Y lo segundo fue marcar bases de béisbol porque había muchos chicos americanos. De baloncesto, nada.
P. Estudió Ciencias de la Información y fue becario en la Cadena Ser. ¿Qué periodista hubiera sido?
R. No terminé la carrera. Me gustaba muchísimo más la profesión que la universidad. Yo pensaba que venía otro tipo de periodismo. Cuando estaba en primero, en el 75, muere Franco. Yo quería ser ese periodista que se iba a necesitar en una sociedad más libre. Siempre me gustó la política. Y he intentado ser buen comunicador. Hay que explicarse bien, y si no, explicarse otra vez. Si un jugador no te pregunta es que no le interesas. Y con los chicos hay que hablar de todo, no solo de baloncesto. El mundo no se acaba en un balón.
P. ¿Cómo ve la cantera en España?
R. Hay una base extraordinaria y unas dificultades tremendas. Soy crítico no tanto por la calidad sino por la cantidad. Para cualquier entrenador es muy bueno tener dificultades para elegir. Y pienso en el seleccionador, Sergio Scariolo. Él sabe perfectamente que hay problemas para elegir.

P. ¿A los clubes les es rentable formar jugadores cuando se van a Estados Unidos con ofertas económicas mejores?
R. La cantera siempre es rentable. Puede que no lo sea económicamente, pero sí en otros términos. Hay equipos con una vocación para que los chicos que pueden estar en la selección salgan adelante. Las dificultades siempre están ahí. Lo que no puede ser es que cerremos la espita y que haya, o una facilidad tremenda para que el joven suba, y entonces no le cuesta y no saca beneficio, o tanta dificultad que abandona en su camino. Ahí tenemos un problema. Hay muchos chicos y chicas que están abandonando el baloncesto porque parece que solo vale llegar al primer equipo. El sueño muchas veces se acaba, pero no se puede acabar a los 14 años. La rentabilidad es que haya gente que disfrute del baloncesto, que sean aficionados, entrenadores, árbitros o anotadores. Estamos perdiendo a los que salen rebotados. Y luego hay otra cosa que me preocupa. Donde no hay competición, no hay nada. Algunas federaciones deciden que no haya marcadores en los partidos. Que solamente valga el resultado es malísimo, pero también el otro extremo. Las dos canteras más importantes, Estudiantes y Joventut, estuvieron a punto de desaparecer. Terrorífico.
P. ¿Cómo ve la formación del joven en EE UU?
R. Está muy bien irse si la universidad tiene un buen programa de baloncesto. Irse porque sí no es lo mejor para los jóvenes. A veces es mejor quedarse. Ojalá muchos se formen en casa antes. Rudy y Marc Gasol se fueron cuando ya eran campeones del mundo. Eran nuevos en la NBA, pero no novatos. No iban a llevar la bolsa.
P. ¿Y Estudiantes?
R. La filosofía sigue viva. El enemigo fatal de una cantera es cuando no hay un equipo que sea la continuidad de ese trabajo. Si esa crisis se alarga, es complicadísimo.
P. ¿Su etapa en el Joventut?
R. Firmé por tres años y estuve año y medio. Las complicaciones económicas fueron tan grandes que si estaba yo, no había presupuesto para el equipo. En el Joventut eran malas noticias todos los días: menos presupuesto, menos ingresos, se lesionan jugadores y no se puede fichar, concurso de acreedores… Aún así, hasta ocho jugadores nuevos entraron en el primer equipo en una temporada.

P. ¿Cómo es la enseñanza del juego en Europa y en EE UU?
R. Estados Unidos ha cambiado. Ahora hay un respeto y una mirada diferentes al baloncesto europeo. Hubo un momento en que las universidades abandonaron la formación integral del jugador. Llegaban grandes atletas pero no estaban formados como personas ni en el juego. A la NBA subían jugadores atléticos pero no buenas personalidades. Mal negocio. Hoy fichan gente de fuera que viene mucho más preparada, con una formación deportiva y académica mejor. Los españoles fueron una gran aportación. Pau, Marc, Calderón, Ricky… Eran ejemplares. Han dejado un legado. Yo dirigí a una generación en un Mundial y un Eurobasket y casi todos hoy siguen en el baloncesto. Hay un seleccionador nacional en Alemania [Mumbrú], un director deportivo en el Barcelona [Navarro], un directivo de la FIBA [Garbajosa], un presidente [Marc], los embajadores del Unicaja [Carlos Cabezas y Berni Rodríguez]… Ganaremos medallas o no, pero hay una buena base. Cuando fuimos campeones del mundo no la teníamos. La federación debía gastarse el dinero en eso.
P. ¿Aquello de ba-lon-ces-to que gritó en la Plaza de Castilla tras el Mundial?
R. Me salió del alma. Nos bajaron del autobús, nos subieron a un escenario y me dieron un micro. Dije lo que me salió del corazón.
P. ¿Le apena no haber prolongado su etapa en la selección?
R. Yo había decidido que no iba a seguir después de los Juegos de Pekín. Se lo dije al presidente [José Luis Sáez] y me echaron. Fue una decisión equivocada. Hubo una persecución. Yo pensaba que se podía trabajar a muerte con el equipo técnico y con los jugadores, pero no con una persona tóxica. Se demostró que así era.
P. ¿Qué cambió ese oro?
R. Quitó complejos. Nos enseñó a ganar. Fue muy importante mantener el estilo y la personalidad aunque faltara un jugador. Luego han venido cuatro Europeos y otro Mundial. Nadie ha logrado eso. A los españoles el deporte nos ha modernizado como sociedad, nos ha ayudado a transformarnos. Yo de niño quería ser Santana, Ángel Nieto, Mariano Haro… eran ellos solos. Hoy somos equipo. Trabajar juntos nos da mucho como sociedad. En España estamos muy divididos, pero el deporte nos une.
P. ¿Qué le dejó la política?
R. Intenté hacer deporte en la política. Fue muy difícil. Intenté hablar y llegar a acuerdos. Muy difícil. Que no compitieran durante 365 días al año. ¿Dónde pasa eso? Solo en la política. Eso no puede ser, no sirve para nada. Nunca hay un descanso. Quieren que vaya gente de otros ámbitos, pero luego parece que molestas. Es necesario que aprendan a escuchar. No estoy arrepentido de pasar por ahí, pero disfruté muy poco.
P. ¿Los jóvenes de hoy?
R. La inmediatez no es solo un problema de los jóvenes. Nosotros también lo queríamos todo y ya, pero ahora es algo general. Valoramos más eso que los pequeños momentos de felicidad. En el baloncesto me da pena cuando veo a gente que no disfruta.
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